Mensajes clave
- Las personas que viven con el VIH ahora viven más que nunca, pero a menudo corren un mayor riesgo de contraer ENT, especialmente en los países de ingresos bajos y medianos (PIBM).
- Se ha proyectado que el 71% de las personas que viven con el VIH vivirán con una o más ENT, frente al 56% de las personas adultas sin VIH.
- Hay cuatro comorbilidades principales de ENT relacionadas con el VIH: las enfermedades cardiovasculares (ECV), la depresión, la diabetes y el cáncer.
- La integración de las ENT en la respuesta al VIH no solo da mejores resultados de salud para las personas que viven con el VIH y las ENT, sino que también es rentable.
- En 2021, los Estados miembros de la ONU se comprometieron a garantizar que el 90% de las personas que viven con el VIH tengan acceso a servicios integrados centrados en las personas, de acuerdo con los principios de la Cobertura Sanitaria Universal (CSU).
- Algunos países de ingresos bajos y medianos están logrando avances considerables en esta dirección. Es importante aprender de sus éxitos para acelerar la acción.
- Tratar a las personas, no a enfermedades específicas, debería ser la piedra angular de la integración de las ENT y el VIH, así como el principio impulsor para lograr la salud para todas las personas.
Las ENT: el punto débil en la respuesta al VIH
La historia de la respuesta al VIH es una historia de éxito. La mayoría de las personas que viven con el VIH viven ahora más tiempo gracias a las mejoras en el acceso al tratamiento antirretroviral (TAR), incluso en los países de ingresos bajos y medianos (PIMB). Lo que solía ser una sentencia de muerte se ha convertido en una enfermedad crónica manejable, en general.
La cruel ironía de estos logros tan duramente alcanzados es que las personas que viven con VIH a menudo corren un mayor riesgo de desarrollar comorbilidades con enfermedades no transmisibles (ENT). En algunos países como Kenia, más de la mitad de las personas que viven con el VIH también padecen ENT, no solo porque llegan a una edad avanzada sino también porque su estado de salud los hace más vulnerables a algunas ENT.
Se espera que el 71% de las personas que viven con VIH vivirán con una o más ENT para 2035, en comparación con el 56% de las que viven sin el virus. Esto es especialmente cierto en los países de ingresos bajos y medianos, donde la carga de las ENT está creciendo más rápidamente debido a las limitaciones en el acceso a la prevención, el tratamiento y la atención y a la mayor exposición a factores de riesgo de las ENT, como el tabaco, el alcohol, la comida chatarra y la contaminación del aire.
Hay cuatro comorbilidades principales de ENT relacionadas con el VIH: las enfermedades cardiovasculares (ECV), la depresión, la diabetes y el cáncer. Una combinación de factores, incluido el virus mismo y su medicación (TAR), hace que las personas que viven con el VIH tengan casi el doble de probabilidades de desarrollar enfermedades cardiovasculares. También se estima que una de cada tres personas que viven con VIH experimenta depresión. Finalmente, las personas que viven con VIH tienen un mayor riesgo de padecer diabetes tipo 2 y algunos cánceres. En el caso de las mujeres que viven con el VIH, el riesgo de cáncer de cuello uterino se multiplica por seis.
Integrar las ENT y el VIH vale la pena
Los cruces entre las ENT y el VIH constituyen un argumento sólido para la integración de la atención y una transición hacia un enfoque centrado en las personas, en consonancia con los principios de la Cobertura Sanitaria Universal (CSU). Los programas de VIH bien establecidos brindan una plataforma sólida desde la cual responder a la creciente carga de ENT entre las personas que viven con el VIH.
La fragmentación es la principal barrera para las personas que viven con el VIH y que necesitan atención sanitaria para las ENT. Tener una ventanilla única para servicios de VIH y ENT permite a las y los pacientes ahorrar tiempo y costos de transporte, mejorando así su acceso y adherencia al tratamiento y la atención, así como la asequibilidad de los servicios. Si bien el costo del tratamiento del VIH se ha reducido progresivamente gracias a las negociaciones internacionales y la financiación sanitaria mundial, la atención de las ENT sigue siendo comparativamente costosa, especialmente para pacientes de los países de ingresos bajos y medianos. El papel de las ENT a la hora de retrasar y potencialmente hacer retroceder décadas de avances en materia de VIH hace que sea imperativo revertir esta situación.
Desde la perspectiva del sistema de salud, los programas integrados han demostrado ser rentables en comparación con los servicios aislados, principalmente porque compartir recursos para múltiples enfermedades conduce a un uso más eficiente de la fuerza laboral de la salud y de las inversiones de capital, como instalaciones y equipos. Esto se debe a que la atención del VIH y las ENT comparten muchas similitudes en su detección, diagnóstico, tratamiento y gestión, incluida la asistencia regular y continua a las citas médicas, el cumplimiento de los medicamentos, los requisitos de testeos, la autogestión de los medicamentos, los hábitos saludables y la participación comunitaria.
La integración de intervenciones relacionadas con las ENT, como la evaluación nutricional, el asesoramiento y el apoyo en la dieta, el abandono del hábito de fumar, la promoción del ejercicio, el control de la presión arterial y, cuando esté disponible, el control del colesterol como parte de la atención del VIH puede ayudar no sólo a reducir los riesgos de ENT entre las personas que viven con VIH, sino también para mejorar los resultados del tratamiento del VIH.
Recomendaciones
Compromisos mundiales y avances locales en la integración del VIH y las ENT: hacia la cobertura sanitaria universal
En 2021, el liderazgo mundial se comprometió a garantizar que el 90% de las personas que viven con el VIH tengan acceso a servicios integrados centrados en las personas, incluidos los de ENT y atención de salud mental, para 2025. ONUSIDA, el Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria y PEFAR reconocen y priorizan esta integración en sus estrategias y en sus esfuerzos de recaudación de fondos.
Por ejemplo, ONUSIDA está ayudando a los países a movilizar recursos nacionales y de donantes para integrar la prevención y la atención del VIH y el cáncer de cuello uterino en países con una alta carga de VIH y cáncer de cuello uterino.
Esto se ha traducido en algunas medidas, pero no las suficientes.
A pesar de no contar con una política integral de integración del VIH y las ENT, algunos países de ingresos bajos y medianos están logrando avances significativos en esta dirección. Es importante aprender de estas historias de éxito para poder replicarlas y acelerar la acción en todo el mundo. Por ejemplo, en Malawi, en 2007 se estableció como programa nacional la detección integrada del cáncer de cuello uterino y del VIH. En Kenia, las personas que viven con el VIH reciben pruebas sistemáticas de detección de diabetes. Otros, como Vietnam, han integrado un examen piloto de salud mental en los servicios de VIH, mientras que Kenia, Nigeria y Zambia han estado brindando servicios piloto integrados de ECV y VIH desde 2012.
La participación significativa de las personas que viven con VIH y ENT es crucial para romper las islas artificiales de atención para el VIH y las ENT y para seguir avanzando hacia la plena realización de la Cobertura Sanitaria Universal (CSU). Centrar los servicios de salud en torno a las personas y no a sus enfermedades aisladamente significa poner a las personas y a las comunidades afectadas en el centro mismo de la respuesta. Esta debería ser la piedra angular de la integración de las ENT y el VIH, así como el principio impulsor para lograr la salud para todas las personas.
Más información
sobre las prioridades de incidencia de Alianza de ENT para la Reunión de Alto Nivel de la ONU de 2023 sobre la CSU en nuestro informe de política